BLOG DE ECONOMÍA POLÍTICA, Y LO QUE SURJA

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domingo, 24 de novembro de 2013

Escribir como forma de vencer a la morriña

ENTREVISTA CON EL ESCRITOR DOMINGO VILLAR


"LA NOVELA NEGRA NO ES MÁS QUE UNA EXCUSA PARA HABLAR DE OTRAS COSAS"

De la saudade en verso de Martín Códax a los relatos kafkianos de Méndez Ferrín, pasando por la fina retranca con la que Vicente Risco detallaba cómo ascender de puerco a marrano para llegar a ser alcalde; o las crónicas políticas y sociales de Castelao, primero desde Badajoz y luego desde la diáspora. La prolífica cultura gallega siempre ha tenido su pilar básico en la literatura, llena de enormes escritores y poetisas, o viceversa. Sin embargo el gallego, esa lengua a la que Cunqueiro deseó “mil primaveras máis” después de reescribir con ella las historias de Merlín, Simbad, Hamlet y compañía en versión “enxebre” (convirtiéndose en uno de los padres del realismo mágico, referente reconocido de García Márquez), está atravesando una mala época.

Hubo tiempos peores, como los tres “Séculos Escuros”, algo más de trescientos años sin una palabra escrita en el idioma de Galicia transcurridos entre las cantigas de la Edad Media y el final del Siglo XIX; o los cuarenta años en los que precisamente un gallego de Ferrolterra prohibió nuestro idioma. Los seres humanos tienen contradicciones; los gallegos tenemos un montón de ellas. Ese podría ser un ejemplo.

Y precisamente de contradicciones está lleno el inspector Leo Caldas: tertuliano en un programa de radio soporífero, comparte casos con un malhumorado y corpulento aragonés, el agente Estévez, que no soporta la ambigüedad de los gallegos. Esta curiosa patrulla deambula por las entrañas de una ciudad industrial en la costa atlántica desde que hace siete años fuesen publicadas sus primeras aventuras (Ollos de auga; Ed. Galaxia, 2006), resolviendo un crimen pasional que tuvo lugar en la Isla de Toralla, en la Ría de Vigo. Poco después tuvieron que investigar la aparición de un cuerpo sin vida en una cala del Val Miñor (A praia dos afogados; Ed. Galaxia, 2009), y para este año estaba previsto el lanzamiento de la tercera novela sobre este inspector con nombre de dios futbolístico, pero parece que vamos a tener que esperar por una novela de la que hasta ahora sólo ha trascendido el nombre: As cruces de pedra. Todo un homenaje a Don Alfonso Daniel Rodríguez Castelao.

El padre de las criaturas es Domingo Villar, y escribe desde la distancia, lejos de los ríos y las fuentes de Rosalía, aunque en su caso (y puede considerarse un afortunado) emigrar no fue por obligación. Nacido en Vigo en 1971, desde hace tiempo reside en Madrid, donde quedamos una cálida mañana de marzo para compartir morriña, mientras nos cuenta algo más acerca de su obra.

· Uno de los escritores más leídos en lengua gallega en los tiempos que corren, en la vanguardia también de la novela negra española. Se dice pronto, y sólo con dos novelas publicadas. ¿Esperabas tanto reconocimiento?

Yo lo que esperaba era tener la oportunidad de publicar unas cosas que escribía, no contaba con nada más. No tengo padrino, no conozco a nadie del mundillo literario, no sabía lo que me iba a encontrar. Escribía por placer, y lo que quería era tener la oportunidad de contar las cosas que tenía hirviendo dentro. Era una manera de estar de vuelta cada día en mi tierra, en los ratos en los que me encogía en mi rincón para escribir.

· Nominado al premio a la Mejor Novela Internacional en los premios que otorga cada año la Academia Sueca de Novela Negra (Svenska Deckarakademin). Eso es como luchar por el “Pichichi” en las mejores ligas.

No sé si luchar, digamos que es colarse en la pelea por el Pichichi... Se agradece mucho cuando reconocen tu trabajo. Cuando sales por ahí y no hay un vínculo sentimental con lo que cuentas, porque en Galicia podría gustar porque a la gente le gusta ver reflejado lo que vive en la calle en la literatura, pero con gente de lugares distintos es complicado saber como van a reaccionar, si van a entender nuestras cosas. Mis novelas son gallegas desde dentro hacia afuera, están hechas con Galicia en el corazón y en la punta de los dedos, y yo no sabía como iba a aceptar esas historias gente que no conocía nuestra realidad. Luego te das cuenta de que la gente es distinta por fuera e idéntica por dentro, tanto da haber nacido en Suecia, en Escocia o en Galicia.

· Rubalcaba recomendaba “A praia dos afogados” como una de sus novelas favoritas, describiéndola como novela negra aderezada con percebes y ribeiro. (Antes de la pregunta me corrige: “no sé que diría Rubalcaba, pero lo que hay es albariño. Percebes y albariño”). ¿Escribir es una forma de canalizar la morriña?

Un poco... Hoy estaba reescribiendo unas páginas en las que Caldas estaba con su ayudante comiendo un bacalao con patatas en el Bar Puerto, en el Areal de Vigo, y la verdad es que era yo el que estaba allí. No se trata de luchar contra la morriña, si no de vencerla.

· A propósito de la gastronomía y los vinos, en Galicia tenemos muy buenos blancos con una gran fama pero también grandes tintos que casi no se conocen. ¿Es la novela negra como esos tintos?

Bueno, los mencía poco a poco cogen fuerza; o los del Bierzo, considerándolo la quinta provincia... Pero con respecto a la novela negra, yo pienso que ya se quitó todos los complejos que tenía. Hablaba Chandler de que una novela de recolectores de maíz tendría muchas páginas de crítica en las revistas especializadas, mientras que una novela policial tendría un par de párrafos sólamente por serlo, sin que nadie valorase si es mejor o peor literatura. Yo pienso que eso, afortunadamente, está superado. Gracias a ellos, que pasaron por una travesía en el desierto, a día de hoy en la novela negra, como en toda la literatura, se distingue entre las cosas que están peor o mejor escritas, y no tanto según el género. Además de que la novela negra tiene una frontera difusa, porque dentro de la novela negra cabe crítica irónica como la de James McClure, que destripa el apartheid con situaciones tan ridículas que acaban siendo enormemente críticas; puede ser novela negra filosófica, como Dürrenmatt, que tiene libros estupendos hablando de los complejos, o puede ser de frases cortas, como las de Ellroy; puede ser festiva, como las de Camilleri... La novela negra es un saco grande de más, cabe de todo, y es difícil juzgar a la novela negra como un género determinado cuando hay cosas tan diversas dentro de ella. Y en lo único en lo que se parecen es en que tienen crímenes. Acerca de esto, decía Ramiro Pinilla, en lo único en lo que se diferencian estas novelas es en que el muerto aparece al principio. En lo demás no hay tanta diferencia.

· Reconocido seguidor del Celta, así como tu equipo supo salir de la crisis tirando de la cantera, ¿usted piensa que la cultura, en especial la narrativa, está potenciando ese trabajo de base?

Hombre... La edición está atravesando un momento complicado, pero yo pienso que lo fundamental es seguir un sueño. Que por mucho que diga la gente, que por muy mal que esté el mundo ahí fuera, la gente tiene que mirar hacia adentro y hacer lo que le dicte el corazón. Está claro que nadie quiere ser futbolista sin saber darle a un balón, y nadie que no tenga facilidad para escribir querrá ser escritor. Hay una cosa fundamental que es tener afición, y esa afición es la que mueve a la voluntad. Lo que hace que le robes horas al sueño, a la familia, para hacer eso que te hace soñar.

Recuerdo un artículo que escribió en Diario 16 hace mucho tiempo Carmen Martín Gayte, que hablaba de la diferencia que se hace entre el mundo profesional y el aficionado. Se le da mayor valor a un carpintero profesional que a un aficionado, y puede ser un grandísimo profesional o puede ser un tipo que cayó ahí por cualquier motivo y está clavando puntas sin ser lo que quería hacer. En cambio, un carpintero aficionado es un tipo que le roba tiempo a las cosas para hacer eso que le gusta, y podría estar rascándose la panza pero está clavando puntas. ¿Por qué va a tener más valor lo profesional que lo aficionado? No es así. Lo que no hay es que perder la afición, hay que seguirla. Teniendo los pies en el suelo, sabiendo cuales son las limitaciones y siendo consciente de que las cosas están complicadas. No hay nada que garantice el éxito, pero no hay nada tampoco que lo impida definitivamente. No hay seguridad de error.

· No tienes nada que perder...

El tiempo, que es fundamental. Eso no vuelve. Cuando ves a alguien comprar un libro tuyo es un compromiso grande, porque un libro vale diez o quince euros y el dinero va y viene, pero el tiempo que esa persona va a pasar con mi libro, con mis personajes, sumergido en mi historia, ese tiempo no vuelve. Mi responsabilidad como autor es que ese viaje que el lector y yo hacemos de la mano valga la pena. Escribir no es hacer un libro para mucha gente, un diálogo con muchos, no es un sermón, una homilía. Un libro es un murmullo que le hace un tipo concentrado, sólo en su casa, a otro tipo que está sentado en su casa tranquilamente igual de concentrado en el libro que tiene en las manos.

· Dicen que el éxito sólo en el diccionario está antes que el trabajo.

Por supuesto, aunque hay gente que cae de pie sin necesidad de trabajo, haciendo las cosas por inercia. Esos son los genios. Pero por lo general el éxito si que exige un trabajo grande. Además el éxito es difícil de medir. Yo tengo un oficio que no cambiaría por ningún otro, trabajo haciendo lo que siempre soñé. Afortunadamente puedo pagar el alquiler y el colegio de los niños con lo que gano escribiendo libros, pero no dejaría de escribirlos si no fuese así. El éxito no es eso, el éxito es mirarte en el espejo y que te devuelva la imagen de un tipo honrado. Y luego está cierto prestigio social que te da la literatura. Todos los escritores tenemos un punto de exhibicionistas, y si no lo tenemos hacen que lo tengamos. Quizás porque somos unos anacoretas, porque nuestro trabajo es ser ermitaños, pero la mitad del tiempo, la otra mitad somos exhibicionistas. Y a mí lo que me gusta es andar el camino, sentarme a escribir. Hay una tendencia a medir el éxito en términos económicos, pero el éxito está muy alejado de eso. El éxito es tener tiempo para hacer lo que te gusta. Éxito es acostarte feliz.

· Hablábamos antes de la narrativa gallega, y decías que no está tan mal...

Yo no pienso que la cosa esté tan mal, narradores los hay cojonudos. ¿Dónde se están vendiendo libros? En ningún lado. Nuestro problema no es de materia prima, no es la falta de autores; es cuestión de tirar para adelante, de intentar las cosas, de ponerle ilusión y no dejarte vencer. Que te venzas a ti, no a los demás. Y luego tenemos editoriales que asumen el reto que es publicar y ofrecer visibilidad a los escritores en lengua gallega. Edicións Xerais de Galicia convoca sus premios, que con el tiempo se fueron ampliando a literatura infantil, juvenil, para adultos... El Premio Blanco Amor, que publica Galaxia... Las editoriales están haciendo un esfuerzo en un tiempo complicado. Por otro lado está la publicación en internet. Pienso que nunca fue tan fácil publicar, otra cosa es que luego puedas conseguir difusión.

· Cambiando de tercio, el audiovisual gallego sí que nunca fue nuestro fuerte. Sin una industria bien definida y con pocas películas realmente hechas y producidas allí, algo más que un mero escenario. ¿Ayudará la película de A praia dos afogados a darle un empujón al audiovisual de Galicia? ¿Dará vida a Leo Caldas un actor gallego?

Espero que sí. Y hay muchos productores intentando sacar adelante el tema. José Luis Cuerda viene de hacer “Todo es silencio”, coproducida con un importante capital gallego detrás. El año pasado fue “18 comidas”, de Coira. Hay nuevos productores trabajando en Galicia, Milú Films está tirando fuerte, Continental Producciones sigue ahí, Filmanova hace sus cosas. Son tiempos complicados para financiar el cine, que es un arte caro, pero la crisis no es de talento, no es de buenos profesionales. Nuestro problema no es de materia prima. En cuanto a lo del actor, espero que sí. Y si no lo es, tendrá que coger el acento. Pero con esto de los acentos hay que tener cuidado, que si no se hace bien puede quedar un poco raro.

· De herramienta pues...

Sí, sí... de tener medios tirando a escasos. Pero es un problema que también tienen en otros sitios que no tienen tan buena materia prima.



· Y ahora que está a punto de salir su tercera novela, ¿qué nos puedes contar de As cruces de pedra?

Es otra novela de Leo Caldas y Estévez, y como las otras dos está ambientada en la Ría de Vigo. Hay una mujer que desaparece, una profesora de la Escuela de Artes y Oficios que vive en Tirán, y que nadie sabe muy bien qué le sucedió. Indagarán en los momentos previos a su desaparición y en su ambiente. Es una reflexión también del mundo del arte, de como ha ido evolucionando, el espacio que ocupa en el mundo. Habla de relaciones familiares, relaciones personales. Yo pienso que las novelas policíacas no son más que excusas para hablar de otras cosas, y en esta se habla del mundo rural, de las grandes ciudades, de las soledades, la vejez, el amor, la amistad... Las cosas que conforman la vida.

· Es pregunta obligada la de qué está escribiendo en estos momentos.

En realidad aún estoy corrigiendo esta última. A veces los plazos son los que son y no los que quieres que sean. Sigo corrigiendo y tengo un compendio de ideas importante, y alguna de esas saldrá después.

· ¿Habrá un cuarto libro de Leo Caldas?

Probablemente sí, lo que no tengo tan claro es que sea lo próximo que escriba.

· La literatura gallega está repleta de enormes cuentistas. Usted ha publicado algunos relatos cortos en La Voz de Galicia y en El País, ¿algún día veremos un libro de cuentos de Domingo Villar?

Pues no lo sé, es posible. Tengo más cuentos que no enseño, que guardo para mi. Y tengo algunos cuentos publicados en Alemania. Recientemente me han pedido uno para una editorial holandesa... Es posible que algún día los junte todos.

· ¿Y poesía?

Poesía no. (Risas) Hice algo alguna vez, pero vamos... Lo dudo mucho.


· Tengo entendido que escribe en gallego y va traduciendo al español. Yo tenía un profesor de latín que decía que no hay mejor corrección que la traducción. Por lo que se ve usted lo aplica.

Lo aplico y lo pienso. Para los que tenemos la suerte de hablar varias lenguas es un arma, una joya. Es como si un pintor dominase el óleo y la acuarela y renunciase a uno de ellos. Por el contrario, uno y otro se complementan para entender mejor la pintura. En el campo literario sucede algo similar, la lengua es nuestra paleta de pintor, y el hecho de ponernos manejar en dos de ellas hace que el texto se limpie muchísimo. Estoy plenamente de acuerdo con ese profesor.

· ¿Y en su vida cotidiana hay muchos “Estévez” a los que les resulte llamativa la ambigüedad de sus paisanos?

Yo comparto vida con una aragonesa. La vida para ella en general es blanca o negra, y para mi es gris. Los prejuícios a veces lo que esconden son verdades rotundas que crearon esos tópicos.

· Un escritor, pero ficticio (Hank Moody, de la serie Californication), decía que se suponía que internet abriría las puertas de la cultura de par en par y que al final trajo incultura para todos, junto con una banalización de la escritura. Que la gente ya no escribe, si no que bloguea; que la puntuación y la ortografía ya no importan. ¿Internet ayuda a la literatura o baja el listón?

Es todo tan nuevo que no tengo perspectiva para juzgarlo, no soy capaz de tener un criterio válido sobre un tema en el cual estoy metido en el medio del bosque y no veo más que árboles. A veces parece que es un desastre, que hay una sobreexposición extrema... Otros días pienso que es estupenda la democratización que trajo consigo la red. No tengo una idea formada y creo que no la voy a tener hasta dentro de un tiempo. Necesito, como el vino, que sedimente el poso.

Madrid, marzo de 2012.





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