BLOG DE ECONOMÍA POLÍTICA, Y LO QUE SURJA

BLOG DE ECONOMÍA POLÍTICA, Y LO QUE SURJA

luns, 27 de xaneiro de 2014

El trabajo en equipo o "eso que brilla por su ausencia"

Estamos acostumbrados, en el sistema educativo español en general y en nuestra facultad en particular, a ir a clase para escuchar a un orador, cual mesías predicando en el desierto, mientras tomamos notas en nuestros cuadernos (o tablets, ipads, portátiles, y sucedáneos) y a penas asimilamos la información.

Decía Foucault que el poder es una situación estratégica entre iguales. El poder de los profesores es poner una nota del 1 al 10 al final del cuatrimestre, y se manifiesta con ejemplos como mesas más elevadas o hablar desde un púlpito. Cosa que no sucedió este cuatrimestre en Economía II.

Clases orientadas a conocernos mejor y conocer a los que nos rodean, como primer paso para conocer todo aquello que tiene que ver con la economía, o lo que es lo mismo, con la vida misma. Citas de autores enormes (por sus obras, por sus descubrimientos, por su cercanía, por su grandeza en general) nos abrían un espacio de poco menos de dos horas en el que había tiempo para trabajar en grupo, debatir entre iguales, formarnos y aprender, pero ante las cuales nos sentíamos un poco perdidos, como echando de menos el monólogo y tomar apuntes.

Pero aprender aprendíamos, aprendimos mucho de un señor de setenta años, cincuenta de los cuales fueron dedicados a jóvenes incautos como nosotros, y que por su ruptura total con el “método clásico” de dar clase levantó ampollas en algunos que ya no veían como sacar partido a su nuevo ítem de Apple y otros que lo vieron como un filón para no tener que pasar por clase y rascar un aprobado. 300 euros menos en la matrícula del año que viene. Una visión mercantilista.

Nuestro trabajo (y ahora refiriéndonos a este proyecto sobre el Cine) fue de más a menos, pretendíamos hacer un mini documental que recogiese testimonios de todo tipo de personas relacionadas con el cine: actores que empiezan, directores de cortos, guionistas, profesionales del montaje... Esa película haría las veces de presentación delante de los compañeros, con un análisis que ante la imposibilidad de ser exhaustivo (el cine abarca tanto y nosotros teníamos tan poco tiempo) pretendía ser crítico con un “arte” que muchas veces se ve prostituído: en el sentido en el que Bentham decía que el teatro estaba condenado al fracaso, en tanto en cuanto dependía excesivamente del favor del público. Queríamos desnudar el arte de hacer cine.

Nos dejamos llevar adelantando poco trabajo, leyendo grandes enciclopedias sobre la cinematografía y pequeñas sobre el cine político, el cine comercial, etc. Aunque nuestro gran cajón de sastre fue internet, medio por el cual nos comunicábamos en grupos online de trabajo y lugar al que acudíamos en busca de información y complementos para nuestro estudio.

Llegaron las vacaciones de navidad, esos días de reunión con la familia (que en nuestros casos viven bastante lejos) y de comer bien, trabajar poco y desconectar del curso: mal asunto a un mes de los exámenes. Fue durante esos días cuando decidimos que teníamos que ponernos fechas límite: de entrega del primer borrador, de juntar todo el trabajo, de tener lista la presentación... Dejando para el final el tema del minidocumental, que al final nos fue inviable. El que mucho abarca poco aprieta.

Los plazos se fueron siguiendo con bastante normalidad, pero sí que nos faltó tiempo para poder haberle sacado más provecho. Una de nuestras compañeras tuvo que pasar por el taller unos días, lo cual nos rompió el ritmo de trabajo a una semana de la presentación y sin el famoso “prezi” que la iba a ilustrar. A las prisas, hicimos un PowerPoint y sacamos adelante la presentación. Trabajo en equipo, algo difícil de encontrar por Somosaguas.

Estas clases han servido para fomentar el contacto: el contacto verbal, con compañeros que vemos a diario y con los que a penas se intercambian dos o tres palabras. El contacto físico, en grupos pequeños en los que nos abrazábamos o besábamos en momentos de euforia y en los que también había palmadas para tranquilizarnos cuando se veían las cosas negras. Sirvieron para romper una barrera invisible que nos separa a los autóctonos de los Erasmus, que parece que viven en una realidad paralela en nuestras universidades; así, aprendimos mucho más del tacón de la bota italiana gracias a nuestro fichaje estrella, Giuliana, y aún nos debe unas pizzas.


Por todo esto, y como bien decía el profesor en la última clase, se hace amargo ver como el plan Bolonia ha acabado con cualquier resquicio de cordura en nuestro sistema educativo (si es que lo había). Cursos cortos como un amor de verano, en los cuales cuando estás conociendo al profesor ya va tocando que te evalúe, y donde los temarios no entran ni con calzador y las horas totales de clase suman lo que dos o tres conferencias... Entre festivos, navidades, días moscosos que nos permitimos por nuestras vicisitudes, y sobre todo huelgas, lícitas y legítimas, que nos restan tiempo en el aula, al final lo que prima es restar esos 300 euros que supone una segunda matriculación y un cinco con el que llegar a casa como justificación de que lo que estás haciendo a diario en Somosaguas vale para algo. Es una pena, pero es lo que hay. Y nos toca a nosotros tener un poco de espíritu crítico y aprovechar esas rupturas con los dogmas, esas rendijas por las que de vez en cuando entra un poco de aire fresco. Aunque siento que en realidad deberíamos abrir las ventanas y ventilarlo todo de una vez por todas.  

luns, 30 de decembro de 2013

Llamando a las puertas del cielo




Soy el intruso en lugares comunes,
sin escrúpulos como Ernesto Sabato en El Túnel,
cerdos impunes sonríen en la foto,
otra injusticia terrible, otro lunes,
república de los comunes, de políticos, poetas,
país de sobras, de sobres, de cunetas,
sí, seguimos presos de la amnesia,
¿qué tiene Trainspotting que no tenga El Pico de Eloy de la Iglesia?
mediática anestesia, gritos en la plaza,
cuchillas en la verja, Ley Mordaza,
nos mean en la cara y dicen que llueve
y la clase obrera sigue en cama, con cuarenta de fiebre,
nadie se mueve, apenas nada me conmueve...
Y el dinero de tu beca se lo pule Carromero en nieve.
Y mientras el progre de izquierda panoli
crininaliza al cani, pero se pajea pensando en la choni,
esclavos de la prisa,
unos se ponen del revés, otros aún creen en Dios y van a misa,
y pisan derechos, no me jodas hombre,
la misma hipócrita burguesa que en los 70 abortaba en Londres
nadie responde, tristeza en los autobuses,
será que ya no existen pobres, sólo hay loosers,
estoy leyendo a Althusser y ya no me llena,
algunos me deben su fama, Despentes me debe una cena,
y las cadenas son cadenas aun de seda
soy el puto Nega, brillante estratega, en una nueva entrega
fluyo como el Sena, como el Támesis,
más talegos y detenciones, melodías de sirena,
sufro mi condena, decisivo como Iniesta,
ser un referente cuesta, siempre hay un capullo con la lupa puesta
y qué más da, todo es frivolidad, novelas policíacas,
hola soy Carrero Blanco y esto es Jackass


Knock knock knocking on heaven's door”
Son las batallas, las historias del abuelo
“Knock knock knocking on heaven's door”
por el invisible por el prisionero
“Knock knock knocking on heaven's door”
contra el oligarca contra el banquero.
“Knock knock knocking on heaven's door”
aquí seguimos llamando a las puertas del cielo


Hice cola en las puertas del cielo tras ver a Bob Dylan
y los muertos de sida, esperaban a Carol Bojtila,
con banderas lilas y bates,
yonkis de los ochenta con chándal de táctel,
dialéctica de combate decide en un instante,
la cápsula azul, un cementerio de elefantes,
la cápsula roja, es la verdad con sus alfileres
lo dijo el precario: abrir los ojos duele,
otro despido, otro ERE,
otro migrante que muere en el más estricto olvido,
otro recorte que huele a podrido, otra foto de perfil,
en busca de matrimonio, pura inversión mercantil
otro alguacil que no lo entiende,
y te grita: “perdedor ¿por qué no emprendes?”
yo, ya rechacé a la multi,
porque soy un puto alcohólico honesto como Jimmy McNulty.

venres, 27 de decembro de 2013

El odio es un lastre.

“No somos enemigos, sino amigos. No debemos ser enemigos. Si bien la pasión puede tensar nuestros lazos de afecto, jamás debe romperlos. Las místicas cuerdas del recuerdo resonarán cuando vuelvan a sentir el tacto del buen ángel que llevamos dentro.”

luns, 16 de decembro de 2013

Vivir la utopía


Acabo de terminar de ver el documental "Vivir la utopía" a petición de la profesora de Sociología Política, una pequeña joya que misteriosamente fue publicada en la televisión pública española (La2) en los tiempos de Urdaci. Y digo misteriosamente porque dudo que al partido gobernante por aquel entonces, que también lo es hoy, le agrade lo que nos cuenta un documental de poco más de hora y media, sobre el anarcosindicalismo y el anarcocomunismo que cambió el panorama nacional durante la guerra y propuso grandes avances en las zonas que aún no estaban bajo el dominio de Franco. 

Irremediablemente me he acordado de "As rulas de Bakunin", una novela muy fácil de leer que según tengo entendido se ha traducido al español como "Los hijos de Bakunin" y en su día tuve que leer también para clase, siendo una de las lecturas que más recomiendo desde entonces. Nos muestra una historia de un abuelo en el ocaso de su vida, a la vez que la de su nieto que empieza a abrir los ojos y caer en el mundo adulto. Desde el punto de vista de un anciano militante anarquista se hace un repaso a un siglo repleto de cambios sociales y políticos, emigración, represión, "democracia"; en una novela que fue premiada en el García Barros (año 2000) y que es una joya de la literatura en lengua gallega. 

Algo parecido es este documental, que deja completamente de lado la ficción, y a través de documentos audiovisuales históricos y entrevistas en la actualidad (a finales del siglo XX, cuando fue grabado) a militantes anarquistas que vivieron lo que fue conocido como "Revolución Española", cuando en plena Guerra Civil hubo poblaciones enteras que se organizaron en base al comunismo libertario: un proyecto federalista/cantonalista, anticlerical, basado también en una educación pública y universal que bebía del racionalismo, un colectivismo autogestionario en lo económico y otorgando un fuerte poder a las asambleas. 

Son dos visiones muy distintas del mismo proceso, ya que si bien el anarcosindicalismo estaba bastante expandido por Galicia, esta cayó rápidamente en manos del Bando Nacional, y sus militantes, al igual que los de muchas otras ideologías, fueron encarcelados o "paseados"; mientras que el documental nos habla de la Costa Este, la mediterránea, donde tras la insurrección los obreros tomaron el control de las armas (hay que mencionar que entre la CNT y UGT sumaban más de tres millones de afiliados) y los modelos de organización anarcocomunista anteriormente expuestos se fueron expandiendo por gran parte de las poblaciones del bando republicano. 

Estamos hablando de un período que poco se ha estudiado y difundido, pero la realidad nos muestra que hubo muchas poblaciones en las cuales sus industrias se organizaron en Comités de Empresa, hubo áreas agrícolas enormes que se colectivizaron llegando a funcionar como comunas libertarias, e incluso hoteles, peluquerías, medios de transporte o restaurantes fueron dirigidos por sus propios trabajadores. 




venres, 13 de decembro de 2013

PORQUE EL URUGUAY ESTÁ ACOSTUMBRADO A HACER COSAS EXCEPCIONALES


TRES RAZONES POR LAS QUE URUGUAY LEGALIZÓ LA MARIHUANA




Hoy, Uruguay es la primera nación en hacer legal el uso recreativo de la marihuana para adultos y regula su producción, distribución y venta. En el año y medio desde que el presidente José Mujica anunció la propuesta en junio de 2012 como parte de un paquete comprensivo dirigido a la lucha contra el crimen y la inseguridad pública, una fuerte coalición de organizaciones LGBT, pro-derechos de las mujeres, salud, estudiantiles, ambientales y derechos humanos unieron fuerzas con sindicatos, doctores, músicos, abogados, atletas, escritores, actores y académicos bajo el lema de Regulación Responsable para apoyar la iniciativa y crear una campaña pública animada en favor de la propuesta.
Las personas tienen cuatro maneras de acceder a la marihuana: marihuana médica a través del Ministerio de Salud Pública, cultivo doméstico de hasta seis plantas, clubes de membresía similares a los encontrados en España y con licencia para venta a adultos en farmacias. El proyecto de ley fue aprobado en la Cámara de Diputados a finales del mes de julio y pasó a la Cámara de Senadores el día de hoy con 16 de 29 votos.

¿Por qué la marihuana, por qué ahora y por qué Uruguay? Las siguientes tres razones sencillas tienen mucho que ver con los resultados.

Porque es lo inteligente.
Hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes es locura, y el Uruguay sabe esto. Por 40 años, la prohibición de la marihuana aún no ha dado resultado. Miles de millones de dólares han sido dedicados a la represión, pero el uso de la marihuana solo se ha incrementado; junto con el número de vidas perdidas con dichas políticas fallidas.
Decenas de miles han fallecido en la lucha contra las drogas en México; cálculos del año 2012 iban de 60.000 a 70.000 en seis años, las tasas de homicidio altas de Centro América y el encarcelamiento en masa impulsado por razones raciales de Estados Unidos son solo algunos de los ejemplos del costo humano de la guerra en contra de las drogas. Pero en lugar de cerrar los ojos frente al problema constante del abuso de las drogas y el tráfico de drogas, los líderes de Uruguay han optado por la regulación responsable de una realidad existente.

Porque los vientos están cambiando, y están empezando a soplar en esa dirección.
En años más recientes, el debate y la voluntad política para un cambio en la política en contra de las drogas ha ganado un impulso sin precedentes en todo Estados Unidos, Latino América y otros lugares.
En el año 2011, Kofi Annan, Paul Volcker y Richard Branson se unieron a los ex-presidentes Fernando Henrique Cardoso de Brasil, César Gaviria de Colombia y Ernesto Zedillo de México y otros miembros distinguidos de la Comisión Mundial en Políticas de las drogas en decir que ya era hora de "romper el tabú" en explorar alternativas para la guerra fallida sobre las drogas y de "buscar que los gobiernos experimenten con los modelos de regulación legal de drogas", especialmente la marihuana.
Más recientemente, los presidentes Juan Manuel Santos de Colombia y Otto Pérez Molina de Guatemala se han unido a este llamado a la reforma. En mayo, la Organización de Estados Americanos produjo un informe, comisionado por los jefes de estado de la región, que incluía la legalización de la marihuana como una política alternativa en los años venideros.
En noviembre de 2012, los estados de Colorado y Washington aprobaron la regulación legal de marihuana. En agosto, la Casa Blanca anunció que el gobierno federal no interferirá con las leyes estatales sobre marihuana; mientras se adhieran a ciertas condiciones, tales como evitar la distribución masiva a menores de edad.
Al aprobar esta medida, el Uruguay ha abordado la discusión regional amplia sobre las alternativas de la prohibición de las drogas, un paso más allá, representando un avance concreto en línea con la creciente guerra anti-drogas en América Latina y en todo el mundo.

Porque Uruguay está acostumbrado a hacer cosas excepcionales.
Cuando escuchas "Uruguay" puede que pienses en fútbol, yerba mate, carne de res, tango, o, ahora, marihuana. Pero este pequeño país, de un poco más de 3 millones de personas tiene una historial de reformas políticas notables y una fuerte filosofía en derechos humanos.
Justo el año pasado, el Uruguay legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo y el aborto. Siempre ha estado a la vanguardia de políticas progresivas, siendo una de las primeras naciones en la región de otorgar derechos de divorcio para mujeres en el año 1912, instituyendo el horario laboral de ocho horas en el año 1915 e incluir los derechos de sufragio de la mujer a su Constitución en el año 1917. Nunca ha tipificado como delito a la prostitución y lo ha regulado de manera legal desde el año 2002. En el año 2009, el Uruguay otorgó derechos de adopción a las parejas del mismo sexo y el derecho legal de decidir la identidad propia de género.
Esto también viene de un país donde la iglesia y el estado han sido separados de manera oficial desde el año 1917.
Es un país donde el presidente, el exguerrillero de Tupamaro, Mujica de 78 años, vive un estilo de vida austero después de pasar 14 años como prisionero político durante la dictadura de Uruguay, 10 de esos años en régimen de aislamiento. Dona el 90% de su salario a obras de caridad, rehuye del palacio presidencial y opta por permanecer en su granja con su esposa, también una ex-prisionera política, trabajando en construir un Uruguay más justo, más incluyente.

El consenso existe. La prohibición de la marihuana no ha funcionado, y es hora de probar con un abordaje más innovador, más compasivo y más inteligente. Esperemos que más países pronto sigan el liderazgo audaz del Uruguay.

xoves, 12 de decembro de 2013

¿QUÉ PASÓ CON MANDELA?



No es mi intención menospreciar o desfigurar el legado de Nelson Mandela, pero considero que ningún político puede sustraerse a un juicio histórico objetivo. Los mitos suelen ocultar la realidad e inducir a la confusión. Madiba pasó 27 años en prisión. Su número de prisionero 466/64 se convirtió en un símbolo de la opresión blanca sobre la población negra de Sudáfrica. Sus casi dos décadas en el durísimo penal de Robben Island acreditan su coraje y la sinceridad de sus convicciones. Su único mandato como presidente está libre de cualquier sombra de corrupción. Sus gestos a favor de la paz y la reconciliación tal vez evitaron que el país se desangrara en una espantosa guerra civil. Sin embargo, el historiador Niall Ferguson, famoso por sus tesis revisionistas a favor del colonialismo y el imperialismo, afirma que Mandela puso fin al apartheid de forma incruenta, pero no a las profundas desigualdades sociales. Salvo una nueva clase media negra, mayoritariamente vinculada al Congreso Nacional Africano, la clase trabajadora no ha mejorado sus condiciones de vida. Ferguson opina que “el lenguaje de paz y reconciliación es seductor, pero debe ser combinado con políticas significativas”.


LA LUCHA ARMADA CONTRA EL APARTHEID

Se tiende a mencionar en voz baja que Amnistía Internacional nunca reconoció a Mandela como preso de conciencia y que Estados Unidos no le borró de su lista de terroristas hasta 2008. Margaret Thatcher nunca ocultó su desprecio por el Congreso Nacional Africano, “una típica organización terrorista”. Amnistía Internacional justificó su postura, destacando el papel de Madiba en la lucha armada: “Nelson Mandela participó en la planificación de actos de sabotaje y de incitación a la violencia, de modo que no cumple con los criterios para calificarle como un prisionero político. No es el delito de su opinión lo que le llevó a la cárcel, sino, como el auto en su contra, la preparación, manufactura y uso de explosivos, lo que incluye 210.000 granadas de mano, 48.000 minas antipersonales, 1.500 temporizadores, 144 toneladas de nitrato de amonio, 21,6 toneladas de pólvora de aluminio, y una tonelada de pólvora negra. 193 actos de terrorismo cometidos por su organización entre 1961 y 1963”. No se puede decir que Amnistía Internacional mintiera, pues después de la matanza de Sharpeville el 21 de marzo de 1960, Mandela creó el brazo militar del ANC, que adoptó el nombre de Lanza de la Nación (Umkhonto we Sizwe) y lanzó una ofensiva contra el gobierno racista de Pretoria, asumiendo “las inevitables bajas que se producirán en el calor de la batalla”. En Sharpeville, la policía disparó contra los manifestantes. Murieron 69 personas, incluidos mujeres y niños. Otras 180 resultaron heridas, muchas de gravedad. El ANC respondió con una campaña de atentados con coches bomba. El 21 de mayo de 1987 estallaron dos bombas en la fachada trasera del Tribunal de Justicia de Johannesburgo. Murieron tres policías, otros cuatro quedaron malheridos y seis transeúntes sufrieron en sus carnes el impacto de la metralla. Las bombas apenas consiguieron su objetivo, pues la explosión había sido programada para el mediodía, cuando los funcionarios del Tribunal de Justicia salían masivamente al exterior para el almuerzo. El ANC, que reivindicó el atentado, eligió la fecha con premeditación, pues se cumplía el cuarto aniversario de otro atentado en Pretoria que mató a 19 personas e hirió a 239. Solo en 1987, el ANC llevó a cabo 25 atentados con coche bomba. El ANC colocó bombas en comisarías, cuarteles, bancos, edificios de la Administración, una central nuclear e incluso unos grandes almacenes. No sólo eliminó a policías, militares, políticos, jueces y empleados públicos. También acabó con los chivatos que informaban a las autoridades, a veces con el terrible necklacing, que consiste en colocar un neumático alrededor del cuello y prenderle fuego. La lucha contra el apartheid costó unas 18.000 vidas en casi medio siglo de manifestaciones, atentados y represión policial. Se calcula que entre 1960 y 1990, 200.000 personas fueron torturadas por la policía y el ejército. Muchas murieron durante los interrogatorios, como es el caso de Steve Biko, líder carismático que no logró sobrevivir a una brutal paliza en la tristemente famosa sala 619 de Port Elizabeth. Su vida se extinguió mientras le trasladaban a Pretoria en un Land Rover, desnudo y horriblemente desfigurado.


DISCURSO DE MANDELA ANTE EL TRIBUNAL SUPREMO DE PRETORIA

En el famoso alegato del 20 de abril de 1964 ante el Tribunal Supremo de Pretoria, Nelson Mandela afirmó: “No niego que planeé sabotajes. […] No lo hice movido por la imprudencia ni porque sienta ningún amor por la violencia. Lo planeé como consecuencia de una evaluación tranquila y racional de la situación política a la que se había llegado tras muchos años de tiranía, explotación y opresión de mi pueblo por parte de los blancos. Admito de inmediato que yo fui una de las personas que ayudó a crear Umkhonto we Sizwe [brazo armado del Congreso Nacional Africano]. […] Yo y las demás personas que fundaron la organización pensamos que sin violencia no se abriría ninguna vía para que el pueblo africano pudiera vencer en su lucha contra el principio de la supremacía blanca. Todas las formas legales de expresar la oposición a este principio habían sido proscritas por ley y nos veíamos en una situación en la que teníamos que elegir entre aceptar un estado permanente de inferioridad o desafiar al Gobierno. Optamos por desafiar la ley. Primero infringimos la ley de un modo que eludía todo recurso a la violencia; cuando se legisló contra esta vía, y a continuación el Gobierno recurrió a una demostración de fuerza para aplastar la oposición a sus políticas, solo entonces decidimos responder a la violencia con violencia. […] El Gobierno había decidido gobernar exclusivamente por la fuerza y esta decisión marcó un punto de inflexión en el camino hacia Umkhonto. ¿Qué debíamos hacer nosotros, los líderes de nuestro pueblo? No teníamos la menor duda de que teníamos que proseguir la lucha. Cualquier otra decisión habría sido una vil rendición. Nuestra duda no era si debíamos luchar, sino la manera de continuar la lucha. Los miembros del ANC siempre hemos defendido una democracia no racista y nos alejábamos de cualquier acción que pudiese distanciar aún más las razas. Pero la dura realidad era que lo único que había conseguido el pueblo africano tras 50 años de no violencia era una legislación cada vez más represiva y unos derechos cada vez más mermados. Por entonces, la violencia ya se había convertido, de hecho, en un elemento característico de la escena política sudafricana. […] Cada altercado apuntaba a la inevitable intensificación entre los africanos de la creencia de que la violencia era la única salida; mostraba que un Gobierno que emplea la fuerza para imponer su dominio enseña a los oprimidos a usar la fuerza para oponerse a él. Llegué a la conclusión de que, puesto que la violencia en este país era inevitable, sería poco realista seguir predicando la paz y la no violencia. No me fue fácil llegar a esta conclusión. Solo cuando todo lo demás había fracasado, cuando todas las vías de protesta pacífica se nos habían cerrado, tomamos la decisión de recurrir a formas violentas de lucha política. Lo único que puedo decir es que me sentía moralmente obligado a hacer lo que hice. […] Empecé a estudiar el arte de la guerra y la revolución y, mientras estaba en el extranjero, realicé un curso de entrenamiento militar. Si iba a haber una guerra de guerrillas, quería ser capaz de apoyar a mi pueblo y combatir junto a él, y de compartir los peligros de la guerra con ellos”.

En su alegato, Mandela se distancia de los comunistas, pero agradece su solidaridad con el pueblo africano: “El nacionalismo africano que defiende el ANC es el concepto de libertad y plenitud para el pueblo africano en su propia tierra. El documento político más importante que ha adoptado el ANC en toda su historia es la Carta de la libertad. No es en ningún modo un plan para un Estado socialista. Exige la redistribución, pero no la nacionalización de la tierra; contempla la nacionalización de las minas, los bancos y los sectores monopolistas, porque los grandes monopolios están en manos de una de las razas solamente y, sin esa nacionalización, la dominación racial se perpetuaría aunque se repartiese el poder político. Conforme a la Carta de la libertad, la nacionalización se llevaría a cabo en el contexto de una economía basada en la empresa privada. […] Es más, durante muchas décadas los comunistas fueron el único grupo político en Sudáfrica dispuesto a tratar a los africanos como seres humanos y como sus iguales; el único que estaba dispuesto a comer con nosotros; a hablar con nosotros, a vivir con nosotros y a trabajar con nosotros. Eran el único grupo que estaba dispuesto a trabajar con los africanos para lograr derechos políticos y ocupar un lugar en la sociedad. Debido a esto, hay muchos africanos que, hoy en día, tienden a equiparar la libertad con el comunismo. Esta opinión está respaldada por un poder legislativo que tacha de comunistas a todos los exponentes de un Gobierno democrático y de la libertad africana y proscribe a muchos de ellos (que no son comunistas) en virtud de la Ley de Supresión del Comunismo. Aunque nunca he sido miembro del Partido Comunista, he sido encarcelado conforme a esa ley. Siempre me he considerado, en primer lugar, un patriota africano. Hoy día me siento atraído por la idea de una sociedad sin clases, y es una atracción que proviene en parte de las lecturas marxistas y, en parte, de mi admiración por la estructura de las primeras sociedades africanas. La tierra pertenecía a la tribu. No había ricos ni pobres y no había explotación. Todos aceptamos la necesidad de que exista una cierta forma de socialismo para permitir que nuestro pueblo alcance a los países avanzados de este mundo y supere su legado de extrema pobreza. Pero esto no significa que seamos marxistas”. A pesar de estas palabras, Nelson Mandela había escrito en 1961 un breve texto titulado Cómo ser un buen comunista, donde afirmaba: “La del comunismo es la mayor causa en la historia de la humanidad. Gracias al genio de Marx, Lenin y Stalin, un mundo comunista está a nuestro alcance, en el que no habrá explotadores y explotados, opresores y oprimidos, ricos y pobres. El movimiento comunista todavía se enfrenta a poderosos enemigos, que han de ser aplastados y eliminados de la faz de la tierra, antes de que podamos lograr un mundo comunista. Sin una lucha dura, amarga y larga contra el capitalismo y la explotación, no puede haber un mundo comunista”.


Mandela era consciente de que el fin del apartheid sería inútil sin una política eficaz contra la desigualdad y la pobreza. Por eso, sostiene en su alegato: “Sudáfrica es el país más rico de África, y podría ser uno de los países más ricos del mundo. Pero es una tierra de extraordinarios contrastes. Los blancos disfrutan del que posiblemente sea el nivel de vida más alto del mundo, mientras que los africanos viven en la pobreza y la miseria. La pobreza lleva aparejada la desnutrición y la enfermedad. La tuberculosis, la pelagra y el escorbuto provocan la muerte y la destrucción de la salud. […] La falta de dignidad humana experimentada por los africanos es una consecuencia directa de la política de la supremacía blanca. La supremacía blanca implica la inferioridad de los negros. La legislación diseñada para mantener la supremacía de los blancos refuerza esta idea. Las labores de baja categoría son siempre realizadas por africanos. […] Los niños deambulan por las calles porque no tienen escuelas a las que ir, ni dinero para poder ir, ni padres en casa para ver que van, porque ambos progenitores (si es que hay dos) tienen que trabajar para mantener viva a la familia. Esto conduce a una ruptura de las normas morales, a un incremento alarmante de la ilegitimidad y a la violencia, que surge no solo en el ámbito político, sino en todas partes. La vida en los municipios segregados es peligrosa. No hay un día en el que no apuñalen o ataquen a alguien. Y la violencia se traslada fuera de los barrios segregados [hasta] las zonas donde viven los blancos. La gente tiene miedo de andar por las calles cuando anochece. Los allanamientos de morada y los robos están aumentando, a pesar del hecho de que ahora se puede imponer la pena de muerte por estos delitos. Las penas de muerte no pueden curar el resentimiento enconado”.
Mandela finaliza su alegato, exponiendo los fundamentos de su proyecto político y aceptando las consecuencias de su compromiso con la emancipación de su pueblo: “Por encima de todo, queremos los mismos derechos políticos, porque sin ellos nuestras desventajas serán permanentes. Sé que esto les parece revolucionario a los blancos de este país porque la mayoría de los votantes serán africanos. Esto hace que el hombre blanco tema a la democracia. Pero no se puede permitir que este temor se interponga en el camino de la única solución que garantizará la armonía racial y la libertad para todos. No es cierto que la concesión del derecho al voto a todo el mundo provocará una dominación racial. La división política, basada en el color, es totalmente artificial y, cuando desaparezca, también lo hará el dominio de un grupo de color sobre otro. El ANC se ha pasado medio siglo luchando contra el racismo. Cuando triunfe, no cambiará esa política. Esto, por tanto, es contra lo que lucha el ANC. Su lucha es una auténtica lucha nacional. Es una lucha de los africanos, movidos por su propio sufrimiento y su propia experiencia. Es una lucha por el derecho a vivir. Durante toda mi vida me he dedicado a esta lucha de los africanos. He luchado contra la dominación de los blancos, y he luchado contra la dominación de los negros. He anhelado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que espero lograr. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”.


EL PRECIO DEL PRAGAMATISMO

En Robben Island, Mandela sufrió unas durísimas condiciones de encarcelamiento: trabajos forzados en una cantera de cal doce horas al día, una esterilla en el suelo y una áspera manta como único lecho, una carta y una visita cada seis meses, una ración de comida inferior a las de los presos de otras etnias. Nunca condenó los atentados que cometió el ANC durante sus años de confinamiento ni después, pues estimó que eran el precio necesario para conseguir la liberación de su pueblo. En 1985, el Presidente Botha le ofrece la excarcelación, si renuncia públicamente a la lucha armada. Mandela responde que “un hombre privado de libertad no puede negociar ni aceptar tratos”, particularmente cuando su pueblo soporta un régimen de terror, con torturas, desapariciones forzosas, ejecuciones y una odiosa segregación racial. Cuando abandonó la prisión en 1990, Nelson Mandela levantó el puño antes las cámaras y declaró: “Aún existen razones para la lucha armada en Sudáfrica”.

Se ha hablado mucho de los acuerdos secretos entre Nelson Mandela, el gobierno racista de Pretoria, Gran Bretaña y Estados Unidos. Lo cierto es que, lejos de sus simpatías iniciales por el comunismo, Madiba se limitó a aplicar la política neoliberal imperante. Actualmente, Sudáfrica es uno de los países más desiguales del planeta, donde el 20% más rico –mayoritariamente blanco- acumula el 80% de la riqueza. Sólo el 3% de las tierras cultivables están en manos de agricultores negros. Los blancos conservan la propiedad del 97% restante, si bien hay blancos pobres, peones de origen holandés (afrikaanders), que viven en miserables campamentos sin agua ni electricidad. Los trabajadores negros ganan seis veces menos que los blancos. En torno al 23% de los hogares carecen de agua y electricidad. Uno de cada cinco adultos está infectado de SIDA, la mitad de los jóvenes carecen de empleo y se produce una violación cada 26 segundos. Según un reportaje realizado el 31 de marzo de 2011: “Las estadísticas en Sudáfrica sobre violencia contra mujeres y niños marean por su magnitud: se habla de una mujer violada cada 26 segundos, una mujer asesinada cada seis horas, seis veces más que la media global. Aún así, nadie tiene claras las estadísticas. Lo que sí es evidente es que desde el final del apartheid, en 1994, las agresiones sexuales denunciadas se han disparado hasta revelar una epidemia. En 1994, se denunciaron a la policía 44.571 violaciones. En 2006, la figura llegó a 53.000. Las últimas figuras facilitadas por la policía, -criticadas porque bajo el epígrafe de “delitos sexuales” se mezclan agresiones sexuales y, por ejemplo, desmantelamientos de burdeles-,ascienden a 68.000” (Lali Cambra, El País, Blog Mujeres). En cuanto a la violencia asociada a la delincuencia común, que tanto preocupaba a Nelson Mandela, cada año mueren cerca de 25.000 personas, lo cual significa una media de unos 70 asesinatos diarios. Es decir, un caso cada 20 minutos. Una pequeña minoría negra se ha aliado a la gran burguesía blanca y no duda en recurrir a la violencia para reprimir a los trabajadores descontentos, como sucedió en Marikana, cuando 34 mineros murieron bajo las balas de la policía. Sería injusto responsabilizar a Madiba de este crimen, pero al contribuir a crear (o mantener) unas estructuras económicas que no promovían la igualdad ni la redistribución de la riqueza, preparó un escenario que sólo invita al desánimo y la desesperanza, facilitando los abusos de las autoridades y las explosiones de rabia e impotencia de los más débiles y desfavorecidos. De hecho, la corrupción crece imparable, las desigualdades se acentúan, la represión policial continúa y la violencia callejera experimenta una espiral incontenible.


MEJOR DAR UN PASO CON EL PUEBLO QUE DIEZ SIN EL PUEBLO”



¿Qué pasó con Nelson Mandela? Era un admirador de la Revolución cubana y ahora es elogiado por la prensa conservadora, Wall Street le dedica un minuto de silencio y los jefes de Estado de los países más influyentes y poderosos honran su memoria. Es particularmente indignante que Mariano Rajoy, presidente de España, manifieste que “Mandela hizo de la concordia la fuerza de su mandato”, después de ordenar la instalación de cuchillas en las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla. No es menos desolador escuchar a Barack Obama, presidente de Estados Unidos, declarando “no puedo imaginar mi vida sin el ejemplo de Mandela”, cuando su mandato se ha caracterizado por los asesinatos selectivos con aviones no tripulados (drones) y ha incumplido su promesa electoral de cerrar la inhumana e ilegal prisión de Guantánamo, donde la tortura física y psíquica son pura rutina. Todo esto me recuerda el circo organizado con Teresa de Calcuta, con la diferencia de que la monja de origen albanés no hizo nada verdaderamente meritorio, pues como denunció Christopher Hitchens su obra está llena de sombras y posibles fraudes. Mandela nunca habría afirmado que “el sufrimiento de los pobres es muy hermoso”. Sin embargo, coincide con ella en concitar el aplauso de los ricos y poderosos, que le han convertido en un santo laico. Es cierto que Mandela dignificó la lucha de los pueblos africanos y prefirió la prisión a la rendición, pero cuando se hizo con el poder renunció a cualquier pretensión revolucionaria. ¿No pudo hacer otra cosa? Si es así, ¿no dilapidó sus 27 años de confinamiento y su enorme prestigio entre sus partidarios? No puedo evitar sentir más aprecio por Thomas Sankara, presidente de Burkina Faso (“el país de los hombres íntegros”) entre 1983 y 1987 y auténtico revolucionario.


Sankara nacionalizó los recursos naturales, se negó a pagar la “deuda odiosa” al FMI y el Banco Mundial, acabó con el latifundismo, distribuyendo la tierra entre los campesinos; luchó contra el hambre con un notable incremento de la producción agraria (la producción de trigo aumentó en tan sólo tres años de 1.700 kg por hectárea a 3.800, logrando la autosuficiencia alimentaria); promovió la educación y la sanidad públicas con grandes partidas presupuestarias; construyó carreteras y ferrocarriles al tiempo que plantaba millones de árboles para frenar la desertificación; defendió los derechos de las mujeres, incorporándolas a puestos de responsabilidad en el gobierno y el ejército, y prohibiendo la mutilación genital femenina, los matrimonios forzosos y la poligamia; advirtió repetidas veces sobre los riesgos de la penetración neocolonialista a través del comercio y las finanzas e incitó a los países africanos a no pagar su deuda externa. Austero y enemigo del culto a la personalidad, vendió la flota de Mercedes-Benz del gobierno y convirtió el Renault 5 en el coche oficial de los ministros. Se negó a instalar aire acondicionado en su despacho por considerarlo un lujo injustificable y se bajó el sueldo a 450 dólares. Su patrimonio personal se limitaba a un automóvil, cuatro bicicletas, tres guitarras, un frigorífico convencional, un congelador roto y una modesta casa familiar. El 15 de octubre de 1987 fue asesinado con doce oficiales. Blaise Compaoré, su antiguo colaborador y sucesor, actuó bajo el asesoramiento de la CIA y con el visto bueno de Francia. El cuerpo de Sankara fue descuartizado y enterrado en un lugar desconocido. De inmediato, se revocaron las nacionalizaciones y se acató las directrices del FMI y las grandes multinacionales. Sankara nos dejó varias frases memorables: “Mejor dar un paso con el pueblo que diez sin el pueblo”, “El objetivo de la revolución es que el pueblo ejerza el poder”. Me temo que otros líderes africanos -como Amílcar Cabral o Patrice Lumumba, también asesinados- se mantuvieron fieles a estas consignas, pero no Nelson Mandela, que acabó paseando en carroza con la reina de Inglaterra.


domingo, 24 de novembro de 2013

Robe al tercer día



MANUEL JABOIS (El Mundo), 24/11/2013. En 1988 tres eximios españoles recibieron una carta: la Reina, el presidente González y el alcalde madrileño Juan Barranco. En ella se pedía cortésmente 1.000 pesetas para pagarle una maqueta a un grupo de música. A cambio se le entregaba un boleto que hacía de resguardo: "Disco de Extremoduro. Vale por un ejemplar. Recibí". A la lista se le añadió a última hora el ministro de Defensa, Narcís Serra, pues en aquellos días se supo que había pagado un piano para el ministerio con dinero público. Sólo contestó la Reina. "La Casa Real", decía la nota sellada por Zarzuela, "no es un hospicio para músicos". El que estaba detrás de la nota era un tío que en aquel trabajo firmaba cuatro himnos de siete: Decidí, La hoguera, Extremaydura y Jesucristo García. Con las dos últimas la banda debutó en TVE, pero el segundo tema fue censurado: Salo, el bajista ataviado con tricornio, terminaba disparándole en la nuca al cantante, que con melena y barbas iba vestido de túnica blanca y collar de perro haciendo las veces de corona de espinas. "La Guardia Civil asesinando a Jesucristo, ahí es nada", escribe Javier Menéndez-Flores, que ha publicado este año De Profundis, la historia autorizada (Grijalbo), autopsia de Extremoduro, una banda ni viva ni muerta, insólita en su permanente resurrección y pendiente de la fragilidad poética del genio de la lámpara: Robe Iniesta.

Los españoles ilustres se quedaron sin la primera copia de rock transgresivo, la etiqueta que se hizo colgar Extremoduro desde el inicio acaso como pararrayos de carteles en los que mover la lírica quebrada, rasposa y guitarrera de Robe. Peor para ellos, que no pudieron asistir a uno de esos pequeños milagros que de vez en cuando se dan en la música española: la irrupción de algo nuevo y verdadero, hasta sucio y bellamente extraño, autentificado desde el inicio como si la denominación de origen, más que un gigantesco Big-Bang entre Leño, Barón Rojo, Manolo Chinato, Lole y Manuel, Platero y tú y Antonio Machado, fuese un ejercicio natural de su creador, un movimiento de ópera dirigido a arruinar imperios, empezando por el suyo. Todo muy detrás de la Movida, de la que nada eran, dando pasos de formación tras la explosión de talento y los pelos verdes; fue a hurtadillas, desde una Plasencia tan mutilada sentimentalmente ("un sitio para gente mayor, un lugar desfasado, de pensamiento retrógrado") que dice mucho el que se le reciba como a un dios pródigo bajo sospecha del poder y amantísima estrella de sus vecinos.

El libro de Menéndez-Flores es ideal para vísperas de Robe como las actuales, acuciadas por la piratería, y desmonta el cancionario del grupo detectando aquí y allá influencias, vástagos y padres. Pero hay un aspecto, el de la canción que empieza "Soñar despierto con la luz de su sonrisa / soñé en hablarle de su pelo y ser la brisa", que me parece fundamental. El tema se titula, como no podía ser de otra forma, Hoy te la meto hasta las orejas. Y en ese supuesto contraste, que no es más que una deliciosa continuación rítmica, casi la vida abriéndose paso entre las flores, se adivina el mecano de Extremoduro: la verdad. Dice Robe que las canciones tienen que llegar a él, que tiene que vivirlas antes; que se muera su perro, que pase algo. A Extremoduro te lo crees porque intuyes que todo eso no es más que la continuación radiada de su biografía, la subversión casi apocalíptica de cantarlo todo sin atender a protagonistas quisquillosos y pudores tremendistas de los que asaltan a los escritores en su vejez, que de buena gana dejarían sus memorias a modo de testimonio postmorten como ese programa de televisión en el que resucitan un rato sin lugar a réplica.

La verdad pienso yo que no debe estudiarse ni interpretarse, sólo asumirse. La verdad no necesita de la mentira para serlo, pero una mentira siempre exige una verdad detrás: la diferencia básica entre ambas es la dependencia de la mentira de la verdad, y la independencia de la verdad de la mentira. Llevo dándole vueltas a esto desde el discurso de Vargas Llosa el miércoles en EL MUNDO y su referencia a la "verdad sospechosa", título de un artículo que había leído hace poco en El País sobre Sendero Luminoso y Perú. Pero en EL MUNDO -sin papeles, a pelo y con la hermosa cabeza intacta, en furiosa demostración de Nobel- Vargas lo llevó a otro terreno, el periodístico: "La verdad y la mentira tienen unas fronteras escurridizas y confusas, eso nos lleva muchas veces a pensar en verdades sospechosas y en mentiras sospechosas, es decir, en verdades que podrían ser mentiras y en mentiras que podrían ser verdades". Esa difuminación voluntaria a veces, para desesperación de los lectores, la pensaba horas después en casa escuchando a Extremoduro, y con la misma asociación legítima que la banda hace del romanticismo y el sexo anal o el lánguido paso del tiempo viendo crecer los pelos de los huevos en lugar de la verdísima hierba, llevé el trasiego filosófico a las letras de las canciones, a los mensajes a veces periféricos y otros viscerales que Robe, a grito y en susurro, lleva haciéndome media vida con la misma voluntad malvada con la que Bono se acerca a Patrick Bateman a decirle desde el escenario en medio de un concierto: "Soy el diablo y soy exactamente igual que tú".

El libro, material inflamable para mitómanos, expone la teoría sin profundizar en ella. Pero todo lo que canta Extremoduro es producto de una creencia arraigada no sólo en lo que pasó sino en lo que va a pasar. Para eso hay que tener una voz propia poderosa como la que tenía Umbral, al que le preguntaba Antonio Lucas cómo hacía para vivir al mismo tiempo que tecleaba: "Había un momento de la noche, antes de que empezasen a pasar cosas, que yo ya estaba en casa escribiéndolas". Ni siquiera hacía falta que ocurriesen o que a Robe Iniesta se le muriese un perro: era ya como si hubiese sucedido. Si no es la biografía de Extremoduro es la de otro, pero el dardo siempre cae en la diana. Dostoievski es verdad, Balzac es verdad. Federico García Lorca es verdad. Valle (el Valle de Femeninas y Sonatas, el Valle de las Comedias Bárbaras) es mentira ya desde la primera línea, pero una primera línea tan bella que da igual no creérsela, porque uno se va entregando al veneno de la forma hasta considerar ésta como una manera lógica de verdad; Valle decía que las mentiras eran las otras verdades, por eso puso a Bradomín a excitarse con una mujer vistiéndose.

Extremoduro es verdad porque lo que cuenta soporta y desborda unfact cheking (nunca hay suficientes camellos ni suficiente poesía en la calle, donde hacen acopio los listos) y Alejandro Sanz es mentira porque no puede ser que en esta vida te estén partiendo el corazón doscientas canciones y tengas seiscientos amores eternos, casi uno cada semana, sin querer romperle la cabeza a alguien, entregarle tu corazón a un buitre de Monfragüe o salir a meterte mil rayas, hablar con la gente y joder qué guarrada sin ti. No puede ser, no es creíble. Como tampoco, francamente, gritar "vuelo hasta una mancha en la pared / me vuelvo ajeno a todo / y me sobran hasta mis propios pies" sin lamentar unas estrofas más allá "la vida desperdiciada, tanta lefa para nada". O recitar unos versos cursis sin que se te escape en algún momento "yo me pongo palote sólo con que me toque"; y en fin, ser de un lugar y no cagarse en él (¡tantos con el "amo a mi país" en la boca!); sin que revientes y digas, como Robe, "cago en Dios, en Cáceres y en Badajoz" en el Extremaydura que Lorenzo Silva propone, como cualquier hombre de bien, de himno de la tierra, incluso de manera institucional para que suene en las cumbres políticas cacereñas con el alcalde en posición de firme.

Luego está la leyenda magnética de Robe, sus felicidades privadas y aquel deambular suyo abriéndose paso hasta llenar salas sin que la prensa -"verdad sospechosa"- les hiciese caso, de ahí su carrera huidiza alejado de entrevistas, ermitaño de titulares, permitiendo que sea el pasado que hable por él. Lino Portela en la Rolling Stone lo captura en una entrevista con Mariskal Romero.

-¿Qué tal te tratan los extremeños?
-Son unos gilipollas.
-Habéis tocado en Galicia...
-Otros gilipollas.
Y así varias veces hasta que Mariskal le tiró el micrófono:
-Robe, tú sí que eres un gilipollas.
Menéndez-Flores recuerda los séculos escuros, cuando no se sabía si se podría dar el concierto hasta el último momento; con Robe olvidándose las letras de las canciones o terminando desnudo, entregado como en la portada, más recatada, de Yo, minoría absoluta. Los noventa fueron en cierta manera el after de los ochenta, el lugar en el que se fueron depositando los que no querían terminar aún y los que iban llegando jóvenes y extraviados. Robe aprovechó la década para explotar con Agila, que lo hizo famoso y desconfiado, pero nunca en doma. Al éxito comercial le sucedió el potentísimo Canciones Prohibidas, que en el título llevaba el pecado y nada de pose; seguían siendo el fascinante hombre del saco para esos productores que temían que sus conciertos terminasen con la policía deteniendo a Robe como a Jim Morrison. La primera visita del capo de Dro, sin embargo, se saldó con sorpresa; el mítico público de Extremoduro ya la estaba liando en la puerta y, cuando suponía que al entrar empezarían a tirar sillas al escenario, se ordenaban de golpe ("ambiente superfino") y seguían religiosamente a Robe medio desnudo y en faldas, transmutado en deidad.

Viene esto a cuento porque Extremoduro saca disco (Para todos los públicos), que fue pirateado por un mozo de almacén al que hay que reprochar más que el pirateo el hecho de no ser fan y hacerlo por dinero. El acto de piratear, con ser delito, es al fondo de todo un acto de amor: una manera de decirle al artista que lo amas hasta delinquir por él y empobrecerlo para compartir el secreto de su disco tan rápido como Dominguín escapando de Ava. ¡Qué envidia las calles de Bogotá llenas de manteros con copias de Memorias de mis putas tristes mientras en España traficábamos con Operación Triunfo!Esa pasión absoluta se parece a la de Chapman con Lennon, al que quería tanto que lo mató; así los piratas con sus ídolos. Mientras, Extremoduro, aparcados en el norte, repican aquello magnífico de Robe a Lorenzo Silva cuando de repente, tras abrirse paso con un camino tan personal que se diría imposible haber durado dos meses, les llegó el éxito con la misma prisa que el muchacho del butano: "Ahora quieren saber de qué color meo o con qué mano me la meneo, y antes pasaban de mí, pero soy el mismo. ¿Qué es lo que me ha pasado a mí con el éxito? Más bien que es lo que les ha pasado a ellos, que son los que han cambiado".



Durante tres meses de mi vida sólo escuché La ley innata, disco cumbre de la carrera que se inauguró en Madrid en 1990 justo debajo de donde escribo (si rompo el suelo y estiro la mano aún podría levantar al último melenas que queda por salir de Jácara cuando Robe cantó "tú en tu casa / nosotros en la hoguera"); no me refiero a escuchar música, sino en general: ni al médico con sus diagnósticos, que siempre son verdades sospechosas. Sólo hacía caso a Robe y hasta me zambullía con él, a través de esa letra que denuncia el bloqueo mental ("como quieres que escriba una canción / si a tu lado no hay reivindicación"), en las antiguas zapói, relatadas por Carrere a propósito de su Limónov: curdas exageradas en el tiempo en las que subir a trenes que no se sabe a dónde van, confiar los secretos más íntimos a desconocidos casuales y olvidar, siempre, todo lo dicho y hecho a los tres días, que es el plazo administrativo que da el Estado para resucitar. Menuda vida se perdió la Reina por no gastar 40 duros.

Escribir como forma de vencer a la morriña

ENTREVISTA CON EL ESCRITOR DOMINGO VILLAR


"LA NOVELA NEGRA NO ES MÁS QUE UNA EXCUSA PARA HABLAR DE OTRAS COSAS"

De la saudade en verso de Martín Códax a los relatos kafkianos de Méndez Ferrín, pasando por la fina retranca con la que Vicente Risco detallaba cómo ascender de puerco a marrano para llegar a ser alcalde; o las crónicas políticas y sociales de Castelao, primero desde Badajoz y luego desde la diáspora. La prolífica cultura gallega siempre ha tenido su pilar básico en la literatura, llena de enormes escritores y poetisas, o viceversa. Sin embargo el gallego, esa lengua a la que Cunqueiro deseó “mil primaveras máis” después de reescribir con ella las historias de Merlín, Simbad, Hamlet y compañía en versión “enxebre” (convirtiéndose en uno de los padres del realismo mágico, referente reconocido de García Márquez), está atravesando una mala época.

Hubo tiempos peores, como los tres “Séculos Escuros”, algo más de trescientos años sin una palabra escrita en el idioma de Galicia transcurridos entre las cantigas de la Edad Media y el final del Siglo XIX; o los cuarenta años en los que precisamente un gallego de Ferrolterra prohibió nuestro idioma. Los seres humanos tienen contradicciones; los gallegos tenemos un montón de ellas. Ese podría ser un ejemplo.

Y precisamente de contradicciones está lleno el inspector Leo Caldas: tertuliano en un programa de radio soporífero, comparte casos con un malhumorado y corpulento aragonés, el agente Estévez, que no soporta la ambigüedad de los gallegos. Esta curiosa patrulla deambula por las entrañas de una ciudad industrial en la costa atlántica desde que hace siete años fuesen publicadas sus primeras aventuras (Ollos de auga; Ed. Galaxia, 2006), resolviendo un crimen pasional que tuvo lugar en la Isla de Toralla, en la Ría de Vigo. Poco después tuvieron que investigar la aparición de un cuerpo sin vida en una cala del Val Miñor (A praia dos afogados; Ed. Galaxia, 2009), y para este año estaba previsto el lanzamiento de la tercera novela sobre este inspector con nombre de dios futbolístico, pero parece que vamos a tener que esperar por una novela de la que hasta ahora sólo ha trascendido el nombre: As cruces de pedra. Todo un homenaje a Don Alfonso Daniel Rodríguez Castelao.

El padre de las criaturas es Domingo Villar, y escribe desde la distancia, lejos de los ríos y las fuentes de Rosalía, aunque en su caso (y puede considerarse un afortunado) emigrar no fue por obligación. Nacido en Vigo en 1971, desde hace tiempo reside en Madrid, donde quedamos una cálida mañana de marzo para compartir morriña, mientras nos cuenta algo más acerca de su obra.

· Uno de los escritores más leídos en lengua gallega en los tiempos que corren, en la vanguardia también de la novela negra española. Se dice pronto, y sólo con dos novelas publicadas. ¿Esperabas tanto reconocimiento?

Yo lo que esperaba era tener la oportunidad de publicar unas cosas que escribía, no contaba con nada más. No tengo padrino, no conozco a nadie del mundillo literario, no sabía lo que me iba a encontrar. Escribía por placer, y lo que quería era tener la oportunidad de contar las cosas que tenía hirviendo dentro. Era una manera de estar de vuelta cada día en mi tierra, en los ratos en los que me encogía en mi rincón para escribir.

· Nominado al premio a la Mejor Novela Internacional en los premios que otorga cada año la Academia Sueca de Novela Negra (Svenska Deckarakademin). Eso es como luchar por el “Pichichi” en las mejores ligas.

No sé si luchar, digamos que es colarse en la pelea por el Pichichi... Se agradece mucho cuando reconocen tu trabajo. Cuando sales por ahí y no hay un vínculo sentimental con lo que cuentas, porque en Galicia podría gustar porque a la gente le gusta ver reflejado lo que vive en la calle en la literatura, pero con gente de lugares distintos es complicado saber como van a reaccionar, si van a entender nuestras cosas. Mis novelas son gallegas desde dentro hacia afuera, están hechas con Galicia en el corazón y en la punta de los dedos, y yo no sabía como iba a aceptar esas historias gente que no conocía nuestra realidad. Luego te das cuenta de que la gente es distinta por fuera e idéntica por dentro, tanto da haber nacido en Suecia, en Escocia o en Galicia.

· Rubalcaba recomendaba “A praia dos afogados” como una de sus novelas favoritas, describiéndola como novela negra aderezada con percebes y ribeiro. (Antes de la pregunta me corrige: “no sé que diría Rubalcaba, pero lo que hay es albariño. Percebes y albariño”). ¿Escribir es una forma de canalizar la morriña?

Un poco... Hoy estaba reescribiendo unas páginas en las que Caldas estaba con su ayudante comiendo un bacalao con patatas en el Bar Puerto, en el Areal de Vigo, y la verdad es que era yo el que estaba allí. No se trata de luchar contra la morriña, si no de vencerla.

· A propósito de la gastronomía y los vinos, en Galicia tenemos muy buenos blancos con una gran fama pero también grandes tintos que casi no se conocen. ¿Es la novela negra como esos tintos?

Bueno, los mencía poco a poco cogen fuerza; o los del Bierzo, considerándolo la quinta provincia... Pero con respecto a la novela negra, yo pienso que ya se quitó todos los complejos que tenía. Hablaba Chandler de que una novela de recolectores de maíz tendría muchas páginas de crítica en las revistas especializadas, mientras que una novela policial tendría un par de párrafos sólamente por serlo, sin que nadie valorase si es mejor o peor literatura. Yo pienso que eso, afortunadamente, está superado. Gracias a ellos, que pasaron por una travesía en el desierto, a día de hoy en la novela negra, como en toda la literatura, se distingue entre las cosas que están peor o mejor escritas, y no tanto según el género. Además de que la novela negra tiene una frontera difusa, porque dentro de la novela negra cabe crítica irónica como la de James McClure, que destripa el apartheid con situaciones tan ridículas que acaban siendo enormemente críticas; puede ser novela negra filosófica, como Dürrenmatt, que tiene libros estupendos hablando de los complejos, o puede ser de frases cortas, como las de Ellroy; puede ser festiva, como las de Camilleri... La novela negra es un saco grande de más, cabe de todo, y es difícil juzgar a la novela negra como un género determinado cuando hay cosas tan diversas dentro de ella. Y en lo único en lo que se parecen es en que tienen crímenes. Acerca de esto, decía Ramiro Pinilla, en lo único en lo que se diferencian estas novelas es en que el muerto aparece al principio. En lo demás no hay tanta diferencia.

· Reconocido seguidor del Celta, así como tu equipo supo salir de la crisis tirando de la cantera, ¿usted piensa que la cultura, en especial la narrativa, está potenciando ese trabajo de base?

Hombre... La edición está atravesando un momento complicado, pero yo pienso que lo fundamental es seguir un sueño. Que por mucho que diga la gente, que por muy mal que esté el mundo ahí fuera, la gente tiene que mirar hacia adentro y hacer lo que le dicte el corazón. Está claro que nadie quiere ser futbolista sin saber darle a un balón, y nadie que no tenga facilidad para escribir querrá ser escritor. Hay una cosa fundamental que es tener afición, y esa afición es la que mueve a la voluntad. Lo que hace que le robes horas al sueño, a la familia, para hacer eso que te hace soñar.

Recuerdo un artículo que escribió en Diario 16 hace mucho tiempo Carmen Martín Gayte, que hablaba de la diferencia que se hace entre el mundo profesional y el aficionado. Se le da mayor valor a un carpintero profesional que a un aficionado, y puede ser un grandísimo profesional o puede ser un tipo que cayó ahí por cualquier motivo y está clavando puntas sin ser lo que quería hacer. En cambio, un carpintero aficionado es un tipo que le roba tiempo a las cosas para hacer eso que le gusta, y podría estar rascándose la panza pero está clavando puntas. ¿Por qué va a tener más valor lo profesional que lo aficionado? No es así. Lo que no hay es que perder la afición, hay que seguirla. Teniendo los pies en el suelo, sabiendo cuales son las limitaciones y siendo consciente de que las cosas están complicadas. No hay nada que garantice el éxito, pero no hay nada tampoco que lo impida definitivamente. No hay seguridad de error.

· No tienes nada que perder...

El tiempo, que es fundamental. Eso no vuelve. Cuando ves a alguien comprar un libro tuyo es un compromiso grande, porque un libro vale diez o quince euros y el dinero va y viene, pero el tiempo que esa persona va a pasar con mi libro, con mis personajes, sumergido en mi historia, ese tiempo no vuelve. Mi responsabilidad como autor es que ese viaje que el lector y yo hacemos de la mano valga la pena. Escribir no es hacer un libro para mucha gente, un diálogo con muchos, no es un sermón, una homilía. Un libro es un murmullo que le hace un tipo concentrado, sólo en su casa, a otro tipo que está sentado en su casa tranquilamente igual de concentrado en el libro que tiene en las manos.

· Dicen que el éxito sólo en el diccionario está antes que el trabajo.

Por supuesto, aunque hay gente que cae de pie sin necesidad de trabajo, haciendo las cosas por inercia. Esos son los genios. Pero por lo general el éxito si que exige un trabajo grande. Además el éxito es difícil de medir. Yo tengo un oficio que no cambiaría por ningún otro, trabajo haciendo lo que siempre soñé. Afortunadamente puedo pagar el alquiler y el colegio de los niños con lo que gano escribiendo libros, pero no dejaría de escribirlos si no fuese así. El éxito no es eso, el éxito es mirarte en el espejo y que te devuelva la imagen de un tipo honrado. Y luego está cierto prestigio social que te da la literatura. Todos los escritores tenemos un punto de exhibicionistas, y si no lo tenemos hacen que lo tengamos. Quizás porque somos unos anacoretas, porque nuestro trabajo es ser ermitaños, pero la mitad del tiempo, la otra mitad somos exhibicionistas. Y a mí lo que me gusta es andar el camino, sentarme a escribir. Hay una tendencia a medir el éxito en términos económicos, pero el éxito está muy alejado de eso. El éxito es tener tiempo para hacer lo que te gusta. Éxito es acostarte feliz.

· Hablábamos antes de la narrativa gallega, y decías que no está tan mal...

Yo no pienso que la cosa esté tan mal, narradores los hay cojonudos. ¿Dónde se están vendiendo libros? En ningún lado. Nuestro problema no es de materia prima, no es la falta de autores; es cuestión de tirar para adelante, de intentar las cosas, de ponerle ilusión y no dejarte vencer. Que te venzas a ti, no a los demás. Y luego tenemos editoriales que asumen el reto que es publicar y ofrecer visibilidad a los escritores en lengua gallega. Edicións Xerais de Galicia convoca sus premios, que con el tiempo se fueron ampliando a literatura infantil, juvenil, para adultos... El Premio Blanco Amor, que publica Galaxia... Las editoriales están haciendo un esfuerzo en un tiempo complicado. Por otro lado está la publicación en internet. Pienso que nunca fue tan fácil publicar, otra cosa es que luego puedas conseguir difusión.

· Cambiando de tercio, el audiovisual gallego sí que nunca fue nuestro fuerte. Sin una industria bien definida y con pocas películas realmente hechas y producidas allí, algo más que un mero escenario. ¿Ayudará la película de A praia dos afogados a darle un empujón al audiovisual de Galicia? ¿Dará vida a Leo Caldas un actor gallego?

Espero que sí. Y hay muchos productores intentando sacar adelante el tema. José Luis Cuerda viene de hacer “Todo es silencio”, coproducida con un importante capital gallego detrás. El año pasado fue “18 comidas”, de Coira. Hay nuevos productores trabajando en Galicia, Milú Films está tirando fuerte, Continental Producciones sigue ahí, Filmanova hace sus cosas. Son tiempos complicados para financiar el cine, que es un arte caro, pero la crisis no es de talento, no es de buenos profesionales. Nuestro problema no es de materia prima. En cuanto a lo del actor, espero que sí. Y si no lo es, tendrá que coger el acento. Pero con esto de los acentos hay que tener cuidado, que si no se hace bien puede quedar un poco raro.

· De herramienta pues...

Sí, sí... de tener medios tirando a escasos. Pero es un problema que también tienen en otros sitios que no tienen tan buena materia prima.



· Y ahora que está a punto de salir su tercera novela, ¿qué nos puedes contar de As cruces de pedra?

Es otra novela de Leo Caldas y Estévez, y como las otras dos está ambientada en la Ría de Vigo. Hay una mujer que desaparece, una profesora de la Escuela de Artes y Oficios que vive en Tirán, y que nadie sabe muy bien qué le sucedió. Indagarán en los momentos previos a su desaparición y en su ambiente. Es una reflexión también del mundo del arte, de como ha ido evolucionando, el espacio que ocupa en el mundo. Habla de relaciones familiares, relaciones personales. Yo pienso que las novelas policíacas no son más que excusas para hablar de otras cosas, y en esta se habla del mundo rural, de las grandes ciudades, de las soledades, la vejez, el amor, la amistad... Las cosas que conforman la vida.

· Es pregunta obligada la de qué está escribiendo en estos momentos.

En realidad aún estoy corrigiendo esta última. A veces los plazos son los que son y no los que quieres que sean. Sigo corrigiendo y tengo un compendio de ideas importante, y alguna de esas saldrá después.

· ¿Habrá un cuarto libro de Leo Caldas?

Probablemente sí, lo que no tengo tan claro es que sea lo próximo que escriba.

· La literatura gallega está repleta de enormes cuentistas. Usted ha publicado algunos relatos cortos en La Voz de Galicia y en El País, ¿algún día veremos un libro de cuentos de Domingo Villar?

Pues no lo sé, es posible. Tengo más cuentos que no enseño, que guardo para mi. Y tengo algunos cuentos publicados en Alemania. Recientemente me han pedido uno para una editorial holandesa... Es posible que algún día los junte todos.

· ¿Y poesía?

Poesía no. (Risas) Hice algo alguna vez, pero vamos... Lo dudo mucho.


· Tengo entendido que escribe en gallego y va traduciendo al español. Yo tenía un profesor de latín que decía que no hay mejor corrección que la traducción. Por lo que se ve usted lo aplica.

Lo aplico y lo pienso. Para los que tenemos la suerte de hablar varias lenguas es un arma, una joya. Es como si un pintor dominase el óleo y la acuarela y renunciase a uno de ellos. Por el contrario, uno y otro se complementan para entender mejor la pintura. En el campo literario sucede algo similar, la lengua es nuestra paleta de pintor, y el hecho de ponernos manejar en dos de ellas hace que el texto se limpie muchísimo. Estoy plenamente de acuerdo con ese profesor.

· ¿Y en su vida cotidiana hay muchos “Estévez” a los que les resulte llamativa la ambigüedad de sus paisanos?

Yo comparto vida con una aragonesa. La vida para ella en general es blanca o negra, y para mi es gris. Los prejuícios a veces lo que esconden son verdades rotundas que crearon esos tópicos.

· Un escritor, pero ficticio (Hank Moody, de la serie Californication), decía que se suponía que internet abriría las puertas de la cultura de par en par y que al final trajo incultura para todos, junto con una banalización de la escritura. Que la gente ya no escribe, si no que bloguea; que la puntuación y la ortografía ya no importan. ¿Internet ayuda a la literatura o baja el listón?

Es todo tan nuevo que no tengo perspectiva para juzgarlo, no soy capaz de tener un criterio válido sobre un tema en el cual estoy metido en el medio del bosque y no veo más que árboles. A veces parece que es un desastre, que hay una sobreexposición extrema... Otros días pienso que es estupenda la democratización que trajo consigo la red. No tengo una idea formada y creo que no la voy a tener hasta dentro de un tiempo. Necesito, como el vino, que sedimente el poso.

Madrid, marzo de 2012.